El ascensor espacial es un proyecto destinado a transportar naves al espacio con un considerable ahorro en tiempos, energía y con mayor seguridad. La construcción consta de tres partes diferenciadas:
1. Una base en tierra, en el ecuador o cerca de él, en la que embarcarán las naves.
2. Un cable de treinta y seis mil kilómetros, formado probablemente por nanotúbulos, una estructura molecular muy ligera que reduciría el peso del cable al máximo. El cable podría contar con un contrapeso para equilibrar las masas en desplazamiento de las naves.
3. Una estación orbital geoestacionaria. Este es el motivo de la longitud del cable. Cuando los satélites artificiales o los transbordadores orbitan a esa altura (36.000 km) tardan exactamente veinticuatro horas en completar una vuelta a la Tierra, por lo que se mantienen constantemente sobre el mismo punto de la superficie terrestre. Esa es la altura a que orbitan los satélites de geolocalización (GPS, Galileo).
Las ventajas son claras, mayor seguridad tanto en los despegues como en la reentrada de transbordadores, satélites, etc. Ahorro de energía, ya que las naves no tendrán que luchar contra la aceleración de la Tierra, sino que podrían elevarse a velocidades constantes sobre el cable. Y, por último, aumentaría la frecuencia de ascensos, ya que se podrían eliminar los tiempos de espera entre un despegue y otro, y además no existiría dependencia de las condiciones meteorológicas.
Como inconvenientes se encuentra el enorme gasto de mantenimiento de una infraestructura tan singular. Y la alta probabilidad de que el cable colisione con basura espacial, satélites artificiales, meteoros, aviones, etc.